Informar a familiares y amigos

La familia y los amigos se preocupan


Nuestro estado, tarde o temprano se hace evidente para las personas de nuestro entorno y comienzan las preguntas... y en el peor de los casos, los consejos bien intencionados.

  • Que te pasa?

  • Te ha pasado algo para sentirte así?

  • Anímate... que la vida són cuatro dias!

  • Porqué no vas al médico?

  • Ya estás tomando alguna medicación para eso que te pasa?

Todas estas preguntas y sugerencias no siempre tienen respuestas por nuestra parte, ya que ni nosotros mismos alcanzamos a saber lo que está sucediendo.El cuerpo, la mente y las emociones parecen no estar en equilibrio, algo se desorganiza y no alcanzamos a compreder lo que nos sucede.

Nos resulta difícil encontrar una explicación para todo los que estamos viviendo, cuando menos explicarlo a los demás.

Podemos entender que las personas que nos quieren bién muestren su preocupación, pero debemos ser honestos con nosotros a la hora de querer satisfacer su necesidad de información.

No planteamos que sea obligatorio comunicar lo que nos sucede, pero si altamente recomendable.


A quien explicar lo que nos sucede?


Hablar de ello con personas de confianza puede ayudarnos a liberar cierta tensión emocional (sentir que no estamos solos), y a tomar consciencia de nuestro estado.

Si no hemos hablado nunca a nadie de nuestra situación de ansiedad, quizás nos sea difícil dar el primer paso,  y será decisión de cada uno el atreverse a realizarlo, a su ritmo, en su momento y con total libertad.

Escoger a la persona idónea para inicial nuestro proceso de comunicación puede empezar por hacer un pequeño recorrido por nuestra agenda mental de aquellas personas con las que nos hemos sentido en confianza para hablar y bien acogidos (padre, madre, hermano/a, amigo/a).

Otra opción muy válida puede ser empezar por contar nuestra historia a un desconocido (parece ser que algunos lo prefieren así). Esta persona o grupo de personas puede darnos una sensación de distanciamiento necesario para exponer nuestra situación.
En nuestro momento, a nuestro ritmo y con total libertad

Que podemos decir, si ni nosotros mismos no nos entendemos?


Podemos comunicar lo que sabemos.

Aún sin comprender nada del proceso que estamos viviendo, podemos comunicar lo que sentimos:

  • La opresión en el pecho.

  • La sensación de pérdida de control.

  • El dolor de cabeza.

  • La tensión muscular.

  • El miedo a salir de casa.

  • etc.

El objetivo de comunicar nuestras sensaciones no es el de obtener un diagnóstico más o menos acertado por parte de nuestro interlocutor, sino el de darnos la oportunidad de construir con palabras todo lo que hemos estado sintiendo. Se produce un efecto liberador y organizador de la información al ponerle palabras a las sensaciones vividas.

De alguna manera nos damos el permiso para sacar fuera de nosotros una parte de la tensión emocional que estamos viviendo. Normalmente se experimentan sensaciones muy agradable (sobre todo después de compartir).

Pedir lo que necesitemos


Recordarnos que, antes y ahora podemos pedir aquello que necesitemos a quien nos parezca oportuno. El otro podrá escoger si nos complace o no. Pero no renunciemos al derecho de hacer la demanda.

Cada experiencia es diferente y por lo tanto las necesidades también lo serán. Por poner algunos ejemplos:

Si tenemos dificultad para salir de casa solos: Podemos hacer un pacto con alguien para que nos acompañe en nuestras primeras salidas. Se recomienda que se realice un pacto por un tiempo limitado (por ejemplo un mes).

Si nos sentimos  presionados por la familia/amigos: Podemos pedir que no nos visiten directamente en casa y establecer un horario de llamadas telefónicas. O abrir la posibilidad de la comunicación por correo electrónico.


Cuando podemos pedir con libertad aquello que necesitamos, estamos siendo honestos con nosotros mismos, y esta parte es muy importante en el proceso de recuperar el equilibrio.










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