La sonrisa de invierno
Y levantar los brazos y agradecer por un momento que está nevando, o que ha nevado. Como si el júbilo primaveral se asomara en el más meridiano invierno.
Como la vida misma, cuando creemos que estamos en nuestro particular invierno y, por aquellas casualidades (o causalidades sincrónicas), se nos dispara una sonrisa que no encaja en esa época emocional se supone más regia, más solemne e institucionalizada por la razón y el contenerse.
Y va, y sale! esa sonrisilla delatadora se abre paso hacia una superficie que parecía estar más lejos y menos disponible hace tan sólo unos segundos.
Los brazos se levantan, reivindicando su lugar hacia lo alto, el pecho se expande y la sonrisa deja de ser una insinuación para convertirse en una expresión global de gratitud y entrega.
Gracias, gracias, gracias.
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